martes, 23 de noviembre de 2010

Trabajos Masculinos y Femeninos

Este aumento de la participación de las mujeres en la fuerza del trabajo ha inducido un cambio en los roles y las expectativas de género, tanto en la familia como en la propia empresa. A medida que son más las mujeres que pasan a desempeñar un empleo retribuido, crece también el número de hombres que comparten mucho más que antes las tareas domésticas y las funciones de atención a la familia, tradicionalmente consideradas femeninas. Teóricamente, pues, a medida que aumenta el número de familias con dos fuentes de ingresos, las mujeres salen de su papel "familiar" para implicarse en el mundo del "trabajo", en tanto que los hombres lo hacen de su papel tradicional en el "trabajo" para asumir nuevas responsabilidades con la "familia". Pero la realidad es que la redistribución de las responsabilidades financieras en el seno de la familia no se ha visto acompañada de una redistribución equivalente de las responsabilidades de trabajo en el hogar. Que todavía son las mujeres quienes desempeñan una parte desproporcionada de las tareas domésticas. Que tienen ahora más trabajo que nunca, hasta el extremo de que podría decirse que muchas realizan un "segundo turno" laboral cada día.

Más aún, a pesar de la presencia de las mujeres en la empresa, todavía se espera del trabajador ideal que tenga ciertas cualidades de las tradicionalmente consideradas "masculinas": que él (o ella) anteponga a todo su "carrera profesional"; que centre su vida en el trabajo; que esté en condiciones de dedicar al trabajo largas jornadas para adaptarse al rápido ritmo de producción que requiere el mercado mundializado; que pueda ajustar su vida familiar a las exigencias del trabajo, cuando éste lo demande; y que, en fin, no esté coartado por unas obligaciones familiares que reclamen su dedicación a ellas. En los nuevos usos laborales, no es infrecuente que las empresas inicien la jornada con desayunos de trabajo y las concluyan con sesiones de planificación que se prolongan durante la cena. Y los programas de formación pueden requerir del trabajador prolongadas ausencias del hogar. Por consiguiente, a pesar de haber incorporado a las mujeres en la fuerza del trabajo, la empresa sigue buscando al hombre en su modelo de división del trabajo entre "hombre proveedor de ingresos-mujer forjadora de la familia". Ahora bien, esta idea suya de "trabajador ideal" con cualidades "masculinas" es discriminatoria tanto contra las mujeres como contra los hombres con responsabilidades familiares. Lo que quiere decir que las percepciones sociales sobre el trabajo y la familia no han cambiado al mismo ritmo con que se ha transformado el mercado del trabajo a consecuencia de la mayor participación de las mujeres en él. Y esto trae consigo toda una serie de problemas:

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